Al tiempo que el primitivo ser humano realizaba su trabajo, debió también haber hablado con cualquier sistema de signos o lenguaje. En ese momento apareció la comunicación como parte de su misma naturaleza. Aquélla empezó a ser rudimentariamente satisfecha: primero fueron los gestos y los movmientos corporales, seguidos de sonidos inarticulados como el grito, el alarido y el silencio mismo. Asomaron también tempranamente las primeras manifestaciones del canto, la danza, el rito y los tabúes. En esta etapa de la prehistoria, los sentimientos y emociones estaban por encima del razonamiento y del análisis; era percibidos por los sentidos externos, sobre todo por la vista y el oído.
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